Thursday, June 28, 2012

The Sphinx Without A Secret (Part 1 )



 The Sphinx Without A Secret is an enigmatic short story by Oscar Wilde, published in 1891 as part of a collection of other stories called ‘Lord Arthur Savile’s Crime and Other Stories’.We  hope you enjoy it ! (Puedes comprobar la traducción al español al final).


The cover of the first edition.
One afternoon I was sitting outside the Cafe de la Paix, watching the splendour and shabbiness of Parisian life, and wondering ,over my vermouth, at the strange panorama of pride and poverty that was passing before me, when I heard some one call my name. I turned round, and saw Lord Murchison. We had not met since we had been at college together, nearly ten years before, so I was delighted to come across him again, and we shook hands warmly. At Oxford we had been great friends. I had liked him immensely, he was so handsome, so high-spirited, and so honourable. We used to say of him that he would be the best of fellows, if he did not always speak the truth, but I think we really admired him all the more for his frankness. I found him a good deal changed. He looked anxious and puzzled, and seemed to be in doubt about something. I felt it could not be modern scepticism, for Murchison was the stoutest of Tories, and believed in the Pentateuch as firmly as he believed in the House of Peers; so I concluded that it was a woman, and asked him if he was married yet.

'I don't understand women well enough,' he answered.

'My dear Gerald,' I said, 'women are meant to be loved, not to be understood.'

'I cannot love where I cannot trust,' he replied.

'I believe you have a mystery in your life, Gerald,' I exclaimed; 'tell me about it.'

'Let us go for a drive,' he answered, 'it is too crowded here. No, not a yellow carriage, any other colour - there, that dark-green one will do;' and in a few moments we were trotting down the boulevard in the direction of the Madeleine.

'Where shall we go to?' I said.

'Oh, anywhere you like!' he answered - 'to the restaurant in the Bois; we will dine there, and you shall tell me all about yourself.'

'I want to hear about you first,' I said. 'Tell me your mystery.'

He took from his pocket a little silver-clasped morocco case, and handed it to me. I opened it. Inside there was the photograph of a woman. She was tall and slight, and strangely picturesque with her large vague eyes and loosened hair. She looked like a clairvoyante, and was wrapped in rich furs.

'What do you think of that face?' he said; 'is it truthful?'

I examined it carefully. It seemed to me the face of some one who had a secret, but whether that secret was good or evil I could not say. Its beauty was a beauty moulded out of many mysteries - the beauty, in face, which is psychological, not plastic - and the faint smile that just played across the lips was far too subtle to be really sweet.

'Well,' he cried impatiently, 'what do you say?'

'She is the Gioconda in sables,' I answered. 'Let me know all about her.'

'Not now,' he said; 'after dinner;' and began to talk of other things.

TRANSLATION
Una tarde estaba yo sentado en  la terraza del Café de la Paix, contemplando el esplendor y la decadencia de la vida parisiense  y me maravillaba,con  mi vermut , del extraño panorama de orgullo y pobreza que desfilaba ante mis ojos, cuando oí que alguien me llamaba por mi nombre. Di la vuelta  y vi a lord Murchison. No nos habíamos vuelto a ver desde que estuvimos juntos en la universidad, hacía casi diez años, así que me estuve encantado de verle de nuevo  y nos estrechamos las manos cordialmente. En Oxford habíamos sido muy buenos  amigos.Él me había gustado enormemente, porque era tan apuesto, tan divertido e íntegro ! Solíamos decir de él que sería  el mejor de los compañeros si no dijese  siempre la verdad, pero creo que todos le admirábamos más por su franqueza. Lo encontré muy cambiado. Parecía inquieto y turbado , como si dudara de algo. Comprendí que no podía ser un caso de escepticismo moderno, pues Murchison era el más firme de los conservadores, y creía con la misma convicción en el Pentateuco que en la Cámara de los Lores; así que llegué a la conclusión de que se trataba de una mujer, y le pregunté si ya estaba casado.
"No comprendo suficientemente bien a las mujeres " contestó .
"Mi querido Gerald "dije." Las mujeres están hechas para ser amadas, no comprendidas."
"  Yo no puedo amar a alguien en quien no puedo confiar " replicó.
" Creo que tienes un  misterio en tu vida, Gerald ." -exclamé-; "¿de qué se trata?".
"Vamos a dar un paseo en coche, " -contestó- " Aquí hay demasiada gente. No, un coche  amarillo no, - cualquier otro color-  Mira, aquel verde oscuro servirá."
Y poco después bajábamos los bulevares hacia la  Madeleine.
" ¿Adónde vamos?" pregunté.
 "Oh, donde quieras!" Contestó. Al restaurante en el  Bois .Cenaremos allí y me contarás todo de ti mismo".
 "Primero quiero oir de ti "  -dije-." Cuéntame tu misterio."
Sacó de su bolsillo un tarjetero  de tafilete con cierre de plata y me la entregó. Lo abrí. En el interior había un retrato de una mujer. Era alta y esbelta , y de un extraño atractivo, con sus grandes ojos de mirada distraída y su pelo suelto. Se parecía a una adivina , e iba envuelta en ricas pieles.
"¿Qué opinas de ese rostro?" Me preguntó . "¿Es  sincero?" .
Lo examiné detenidamente. Me pareció  el rostro de alguien que guardaba un secreto, pero no podía determinar si el secreto era bueno o malo. Su belleza era una belleza formada por muchos misterios. Una belleza psicológica, en realidad, no plástica... y la ligera sonrisa que rondaba sus labios era demasiado sutil para ser realmente dulce.
"Bueno" -exclamó impaciente, " ¿qué  dices?."
"Es la Gioconda   envuelta en martas cibelinas" contesté. " Cuéntame  sobre ella."
"Ahora no" dijo "Después de la cena ." y empezó a hablar de otras cosas.

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